INSTITUCIÓN EDUCATIVA LA INDEPENDENCIA |
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GUIA DE TRABAJO N°7 DEL SEGUNDO PERIODO FECHA DE ENVÍO: 30 de Octubre - FECHA
DE ENTREGA: 17 de Noviembre |
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NOMBRE
Y GRADO DEL ESTUDIANTE: |
AREAS: ÉTICA Y RELIGIÓN PROFE:
FREDY TABARES |
GRADO: NOVENO
GRUPO: 9°1
y 9°2 |
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OBJETIVOS |
•
Realizar análisis, síntesis y diseño de taller con
base en lectura del libro •
Reflexionar acerca de las ideas religiosas sobre la
sexualidad |
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TEMA : SEXUALIDAD
ADOLESCENTE – RELIGIÓN Y SEXUALIDAD
NOVELA DE VALORES SOBRE NOVIAZGO Y SEXUALIDAD
CAPÍTULO 1: “LAS MOTIVACCIONES SEXUALES” |
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A
continuación, encontrarás el primer capítulo de “Juventud en Éxtasis”. Te
invito a que lo leas para que puedas responder a la actividad de esta guía, y
a que esperes el segundo capítulo en la guía siguiente. CAPÍTULO 1: LAS MOTIVACIONES SEXUALES. Hechizado
por las bellas y voluptuosas formas de Joana, la miraba de hito en hito
departir con sus amigas a unos metros de distancia. Ocasionalmente
giraba la cabeza para asegurarse de que su corpulento galán no llegara. Tal
vez había terminado con él y ahora estaba disponible... Apreté la mandíbula
enérgicamente. No debía hacerme ilusiones. El hecho de que la chica más
agraciada de la escuela hubiera asistido sola a la fiesta de fin de curso
semestral y que por coincidencia tampoco yo fuese acompañado no significaba
que el destino quisiera nuestra unión. Con todo, la ansiedad invadió mi
cuerpo, como me ocurría siempre que vislumbraba la posibilidad de una
aventura sensual. Cursaba
el cuarto año de la carrera de odontología y me consideraba un verdadero
experto en placeres corporales. Había aprendido (después de no pocos insultos
y bofetones) a seducir mujeres con sobrada destreza. Era capaz de oler las
posibilidades de un encuentro íntimo y, cuando echaba el ojo a una joven,
casi siempre lograba conducir mi romance con ella hasta las últimas
consecuencias. José
Luis, el único profesor joven y libertino que nos acompañó a esa fiesta de
despedida, al verme se aproximó a mi mesa. —¿Qué
te pasa? —dijo dándome un efusivo golpe en la espalda—. ¿Te libraste al fin
de Jessica, la famosa "virginiacasta"? Reí. En
el ambiente universitario los chismes corrían rápidamente y no era de
extrañarse que José Luis estuviera enterado de mis conquistas más
importantes. Además, era un profesor amigable, a quien alguna vez me acerqué
para pedirle consejos. —Sí— le
contesté —. Terminamos hace un par de días. Tú sabes: Jessica es de esas
chicas que te complacen sólo con la condición de casarse al día siguiente. —Lo
suponía. Y ten cuidado. En esta época hay varios millones más de mujeres
buscando matrimonio que hombres, así que... Asentí
sin contestar. El equipo de sonido había sufrido un pequeño desperfecto y el
ambiente, sin música estruendosa, era propicio para la conversación. Pero no
me apetecía ahondar más en ese asunto con José Luis, a quien, dicho sea de
paso, adiviné un poco alterado por la ingestión de los primeros alcoholes de
la velada. Observé
a Joana que se ponía de pie dirigiéndose al tocador. Quise incorporarme para
ir tras ella, pero la presencia de mi profesor de anatomía me lo impidió.
Contemplé el extraordinario cuerpo de mi compañera alejándose. Llevaba un
vestido de algodón extremadamente ceñido, como los que usan las bailarinas
de ballet, con un amplio escote en la espalda y un atrevido agujero al frente
que ventilaba, a la vista de todos, su ombligo y su vientre plano. —Esta
noche no se salva —susurré para mí. —¿Decías
algo? —No,
profesor... es simplemente que... —y me detuve valorando lo que significaba
departir a solas con José Luis en un ambiente de igualdad. Podría preguntarle
todo sobre las dudas anatómicas que en clase hubiera sido impropio
mencionar... Y mi maestro era un joven sexualmente experto, que además de
tener instrucción académica comprobada había vivido en unión libre tres
veces. —Hay
asuntos que no comprendo —retomé—. ¿Por qué las mujeres son tan
impredecibles? De pronto se te ofrecen envueltas en una nube de romanticismo
y al rato están agobiadas por la culpa y la tristeza; a una hora alegres, y a
la siguiente iracundas. Visten y se exhiben para excitar al hombre y luego
exigen total respeto. Francamente no las entiendo... ¿Sienten el mismo deseo
sexual que nosotros? Si es así, ¿por qué se hacen tanto de rogar? Y, sobre
todo ¿cuál es la razón por la que después de entregarse parecen tan
desilusionadas? Alzó
las cejas asombrado por mi cuestionamiento múltiple. —Esa
respuesta te costará por lo menos una copa. Llamé
al camarero con la mano, dejando que José Luis ordenara en cuanto llegó. -¿Y
bien? —Si
deseas entender a las chicas debes partir de lo básico: sus ciclos hormonales
las hacen subir y bajar cada mes por pendientes de diferentes estados de
ánimo. Su mecanismo físico es muy diferente al de los varones. Sienten deseo
carnal pero mezclado con emociones. Para tener un orgasmo necesitan sentirse
amadas. comprendidas, valoradas; pensar que lo que hacen está bien, que no
corren peligro alguno, que no están siendo obligadas, que su compañero de
cama es agradable y considerado, que nadie les reprochará su entrega si son
descubiertas. Son condiciones psicológicas imprescindibles para ellas. Así
que, después de experimentar con el sexo, comúnmente la autoestima de la
joven soltera disminuye, sus valores se van al suelo, su reputación ante los
demás muchachos se echa a perder y cuando todo termina se siente usada y
denigrada. —Entonces,
¿por qué cada vez las mujeres son más provocativas y liberales? —pregunté—.
Hoy en día la mayoría tiene relaciones prematrimoniales voluntariamente. En ese
momento se acercaron a la mesa Ricardo y Alfredo, dos buenos amigos (más míos
que del profesor). Nos saludaron de mano y tomaron asiento. José Luis
respondió con furor a mi pregunta sin inhibirse en lo absoluto (o quizá motivado
aún más) por la presencia de los arrimadizos. —En una
relación íntima interviene tanto el cuerpo como la mente, pero hay enormes
diferencias entre uno y otro sexo. El varón es más práctico, más objetivo, y
su orgasmo tiene origen preponderantemente FÍSICO; puede sentir el mismo
placer haciendo el amor con una jovencita, con una mujer madura, con una
amiga, con una desconocida, manoseándose mientras hojea sus revistas; la
única diferencia entre uno y otro evento estribará en que algunos le
producirán mayor excitación, pero al momento de llegar al climax se
convulsionará de igual forma en todos los casos. En cambio, la mujer es más
idealista y sentimental. Su orgasmo tiene origen fundamentalmente
PSICOLÓGICO, asi que accede a las seducciones del hombre no por el placer
FÍSICO que ello le reportará sino por cuestiones MENTALES: enamoramiento, deseo
de ser aceptada, vanidad... ¡ qué sé yo! A ellas les gusta sentirse
admiradas, amadas, deseadas; les agrada que perdamos los estribos por su
causa, que las conquistemos y les demostremos cuánto estamos dispuestos a
hacer por poseerlas. Ésa es su retribución. Como ves, también satisfacen un
deseo. El placer femenino está conectado directamente a su psique... —Y el
masculino a su... Reímos
estrepitosamente ante la seña obscena de Ricardo. Busqué
con la vista a Joana. Aún no salía del tocador. Estaba dispuesto a abordarla
en cuanto lo hiciera. Era una decisión motivada por esa energía sexual
"física" que, para ser bien aceptada por ella, tendría que
disfrazarse de fuerza sentimental "psíquica". Parecía complicado,
pero dejaba de serlo en cuanto te acostumbrabas a ello. Lo haría a como diera
lugar. Imaginarme su piel desnuda me alteraba de forma ingente. Ella tenía el
tipo especial de cuerpo que yo no había tocado jamás (muslos largos, senos
grandes y firmes, caderas prominentes, piel blanca), además de poseer otros
elementos eróticos muy discretos: tono de voz intimista, timbre sensual,
mirada displicente, seriedad altiva, movimientos felinos... El
mesero de la asociación estudiantil nos hizo llegar la charola de botanas y
una garrafa mediana de licor. —Y tú,
¿lograste acostarte con Jessica? —me preguntó Alfredo mientras descorchaba la
botella—. Todo el mundo se pregunta si habrás vencido a la puritana. —Sí... —confesé
titubeante—, fue una experiencia muy triste. Puso demasiadas condiciones,
pero cuando aceptó, trató de hacerme sentir responsable de su futuro. Me da
un poco de pena pues creo que en verdad me amaba. ¿Saben lo que me dijo
después de entregarse? Que a todas las muchachas se las presiona intensamente
para que tengan sexo; que si tratan de ser decentes sus compañeras
se burlan y los muchachos las ignoran; que por eso la mayoría, al sentir ese
rechazo, acceden a la vida sensual tan apreciada en el medio juvenil. Sentí
lástima por ella y decidí dejarla. Las mujeres no se dan cuenta
de que a esta edad los jóvenes no buscamos relaciones fijas; buscamos placer,
diversión, aprendizaje; y que cuando sentemos cabeza pensando en una
relación formal desecharemos de inmediato a todas aquéllas con las que nos
divertimos para buscar a esa muchacha seria, ignorada en el ayer, que supo
darse a respetar. Un
ruido estruendoso seguido de otro agudo nos interrumpió. El equipo de sonido
parecía casi listo. —Lo que
acabas de decir es muy cierto —comentó José Luis—. Una cosa es tener novia
para divertirte y otra muy diferente es elegir a la madre de tus hijos...
Para esto último siempre querrás a una joven diferente, difícil de conseguir,
no como la piedra pateada por decenas de hombres, sino como el diamante
intacto que sólo a ti te fue posible alcanzar. —¡Eso
es definitivo! —contribuyó Alfredo con vehemente entusiasmo—, pero no se lo
digas nunca a una mujer o a un moralista porque te tildarán de
"macho". ¡Obviamente si se desea aprender a manejar son preferibles
los carros usados... pero cuando se trata de escoger el automóvil fijo, para
toda la vida, hasta el más idiota preferiría uno nuevo...! —Aunque
hay algunos usados muy bonitos... Volvimos
a reír estrepitosamente. Moví la cabeza alegre pero descontento. Lo que
comenzó como una pregunta de consulta se había convertido en una polémica en
la que todos éramos expertos. —El
sexo es algo muy emocionante —dijo José Luis mientras se servía más licor—.
Lo malo es que no es gratis, siempre hay que pagar por él: a veces con dinero
y a veces con halagos o palabras cariñosas. —Pagar
por él... —repitió Alfredo reflexionando muy seriamente—. Qué enorme verdad.
¡Ahora lo entiendo! Las prostitutas son groseras, desconsideradas y cobran en
efectivo; en cambio una compañera de la escuela se arregla con sus mejores
ropas, se lava, maquilla, perfuma y se va a la cama contigo si a cambio le
prometes entrega eterna y amor total. Ése es el pago que debes hacer. Hay que
ser muy rápido de mente para manejar bien el asunto sin ser descubierto, pero
dominando la técnica se obtiene lo mejor al precio más barato, ¿no es así? Así
era. Los
crujidos estruendosos del aparato de sonido nos impidieron seguir hablando.
Mi vista se perdió en ese mundo de ideas. Resultaba interesante analizar las
motivaciones sexuales en la etapa juvenil, contemplar el hilo negro y
apreciarlo en toda su longitud. ¿Cómo era posible que tantas chicas vivieran
ignorando algo tan obvio? La
música comenzó. Varias parejas caminaron hacia la pista tomadas de la mano. Joana
salió del baño. Arreglada, retocada y seria, venía pasando entre las mesas
con galanura. De inmediato me puse de pie. —Ustedes
perdonarán —dije bebiéndome de un sorbo el contenido de mi copa—, pero tengo
asuntos urgentes que atender... Mis
amigos y José Luis hicieron una bulla terrible. Caminé
directo a la muchacha interponiéndome en su camino. Fingí
no verla hasta que estuvimos muy cerca. —¡Hola,
qué sorpresa! —le dije—. Te ves muy hermosa esta noche. Hice un
ligero reclinamiento de cabeza. —¿Me
concederías esta pieza? Joana
me miró y sonrió alegre de que alguien se atreviera a sacarla de su soledad. —Claro. —¿Vienes
sola? —le pregunté mientras nos dirigíamos a la pista. -Sí. —¿Por
qué no te acompañó Joaquín hoy? Sonrió
tristemente: —Terminamos
hace una semana. El
corazón me dio un vuelco. Quise decir "lo siento", pero a cambio de
ello el rostro se me iluminó con una alegría nerviosa. Era demasiado bueno
para ser verdad. Esa chica alta, despampanante, siempre se paseó por sitios
públicos ostentando un novio mal encarado, ¡y ahora se hallaba repentinamente
sin compromisos, bailando conmigo! Por
unos minutos no pude decir nada. Mis estrategias de conquista se habían
vuelto más suspicaces y maliciosas por esta plática. Analicé
la situación mientras me movía al ritmo de la música: Joana
había tenido un noviazgo largo; todos la vimos más de una vez besándose
apasionadamente, exhibiendo su enamoramiento y mermando con ello
irremediablemente su reputación. Si a eso se atrevió a la vista de los demás
era fácil suponer cuánto hizo con su ardoroso galán en la intimidad. Pobre
chica. Si Joaquín la hubiera querido realmente no la habría exhibido, y si
ella hubiera sido más inteligente no lo habría permitido. Entre estudiantes,
las mujeres que se muestran ante los demás en exceso cariñosas con sus novios
quedan como marcadas. Pero eso no era un obstáculo para mí. Por el contrario,
resultaba evidente que había experimentado en buena medida con el sexo y no
cargaría con los complejos de mi ex novia Jessica. Además, seguramente se
hallaba en una etapa de ligera depresión emocional, ansiosa por sentirse
querida, admirada, deseada... Eran
circunstancias excepcionales. Me
advertí tenso pero lleno de energía, como se siente un atleta a punto de
arrancar en la carrera para la que se ha preparado. —¿Te
invito una copa? —pregunté interrumpiendo el baile. —¿Por
qué no? Nos
dirigimos a la barra pasando por en medio de la pista. Al caminar puse mi
mano derecha sobre su espalda. —Ahora
que estás libre debes de tener muchos pretendientes. Se
encogió de hombros. —No sé.
Ni me importa. Llegamos
frente al cantinero y ordenamos sendas bebidas. —¿Sabes?
—le dije—, a mí tampoco me ha ido bien en cuestión de amor últimamente. Estoy
muy decepcionado. ¿No te ha pasado que cuando más te interesa una persona y
le das lo mejor de ti es cuando más te desprecia...? La desilusión de haberte
entregado a alguien que no valía la pena es dolorosísima. Levantó
la vista y me escrutó con sus dulces ojos melancólicos. —¿Ya no
sales con Jessica? Moví la
cabeza para decirle que no y sonreí atribulado. —Me da
gusto poder platicar contigo, Joana... porque me siento más solo que nunca. Las
luces se apagaron parcialmente y se escuchó la dulce música romántica. La
mayoría de los bailarines se retiraron y sólo algunas parejas permanecieron
en la pista balanceándose con la deliciosa cadencia de los compases suaves.
El corazón quiso salírseme de su sitio ante esa imperiosa e ineludible
oportunidad. Sin embargo, para mi sorpresa, Joana se me adelantó. —¿Quieres
bailar? —Claro. Me tomó
de la mano y caminamos juntos. Nos
colocamos en el centro de la oscuridad. La abracé por la cintura y ella
acomodó sus manos alrededor de mi cuello. Con la excusa de hacer algunos
comentarios, me acerqué paulatinamente a su rostro hasta que la distancia que
nos separaba se redujo al mínimo. Nuestros pies se movían lentamente y el
halo magnético del uno se había fusionado con el del otro, produciendo una
reacción más que excitante. No se necesitaba hablar mucho; nuestros cuerpos
exhalaban una química poderosa que nos hacía sentir entre nubes. —¿Sabes,
Joana? —susurré en su oído—, yo siempre te he querido... en secreto. No
contestó, pero después de ese comentario nos abrazamos totalmente. Calibré la
delgadez de su cintura con mis manos; sentir el contacto directo de nuestras
partes íntimas me dejó sin aliento. La música terminó y nos quedamos
enlazados unos segundos mirándonos a la cara. En su rostro había un matiz
carmín que la agraciaba aún más, y en el mío la mirada de un hombre que ha
perdido los estribos por la emoción de esa rápida aventura y el enorme deseo
de llevarla hasta el final. —¿Qué
te parece si vamos a un sitio confortable donde podamos platicar
tranquilamente? —le propuse en voz baja—. Me gustaría mucho conocerte mejor. No me
contestó que sí, pero apenas salimos de la pista fuimos a despedirnos de
nuestros compañeros con excusas insulsas. Cuando
subimos al auto tomé su mano izquierda, la acaricié con ternura y me la llevé
a la boca lentamente para darle un beso. —¿Adónde
vamos? —le pregunté poniendo en marcha el motor. Ella se
encogió de hombros sin apartar su penetrante vista de mi rostro: —Adonde
tú quieras... |
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LA SIGUIENTE ES LA ACTIVIDAD QUE DEBERÁS REALIZAR DESPUÉS
DE LEER EL CAPÍTULO ANTERIOR:
Ahora lee atentamente el
siguiente texto acerca de la relación entre religión y sexualidad: Religiosidad y
sexualidad se integran en la vida cotidiana “En general, se suele pensar que sexualidad
y religión no concuerdan bien. Sin embargo, un estudio realizado por
investigadores de dos universidades de Inglaterra, que ha revelado algunos de
los aspectos clave de la relación de estos dos ámbitos de la vida, señala que
la forma de entender la religiosidad influye en la sexualidad, y que también sucede al
contrario: la sexualidad puede modificar las ideas religiosas. En el estudio,
de dos años de duración, participaron 700 jóvenes de seis tradiciones
religiosas distintas, así como jóvenes de tradiciones religiosas combinadas”
… Ahora responde:
8. Menciona un ejemplo de cómo la religión puede modificar
las conductas sexuales de las personas.
9. Ahora menciona un ejemplo de cómo la sexualidad puede
modificar las ideas religiosas. 10. ¿Qué piensas del mandamiento de la ley de Dios que dice
´No desearás la mujer del prójimo´
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